Las botas de estilo après-ski de Ara se visten esta temporada de tejidos tornasolados y acolchados, con detalles de piel, ante y lana, su interior preparado...
Mercedita de ante con doble tira cosida y elástica sobre el empeine, elástico en un lateral, cuña interna y suela dentada de goma.
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A Luis XIV le fascinaban los zapatos. Lo dice Joan DeJean en este ensayo, publicado por la editorial Nerea, un interesante y ameno análisis que revela por qué el monarca francés fue una figura crucial para el establecimiento de unos estándares de la sofisticación, el estilo y la elegancia que todavía perduran.
Explica cómo un atractivo y carismático joven Rey Sol, con un gran sentido de la estética, decidió convertir su país en la meca del buen gusto y el glamour internacional. Partiendo de su propia imagen (fue el primero en usar medias de seda y andar con tacones), orquestó, junto con su ministro de Finanzas, Jean-Baptiste Colbert, una gran campaña de marketing que potenció las industrias nacionales, logrando exportar artículos de lujo (muebles, tejidos, champagne, joyas, perfumes…) a todos los lugares del globo.
A principios de su reinado, Francia no ejercía dominio alguno en el terreno de la moda y, sin embargo, al finalizar éste, sus súbditos eran ya aceptados en toda Europa como árbitros absolutos en la materia.
Y es que el culto a la apariencia era una de las principales actividades de unos aristócratas sin más ocupación. No es extraño entonces que la venta de espejos se disparara, y que los galos arrebatasen a Venecia el monopolio de la construcción de estas preciadas posesiones…
La autora nos transporta al nacimiento de la haute couture, a la aparición del concepto de temporada, las boutiques (que trajeron consigo la placentera experiencia de ir de tiendas), los peluqueros célebres, los chefs, los cafés distinguidos y la vida nocturna, que se extendieron más allá de los limitados confines de los círculos cortesanos, convirtiendo París en un destino mágico que atrajo -y atrae- a viajeros procedentes de todo el mundo.
En el capítulo IV del libro, Las zapatillas de Cenicienta y las botas del rey, DeJean aborda la pasión del soberano por todo tipo de exquisitas zapatillas; poseía largas piernas y no perdía nunca la ocasión de enseñarlas -como hace en el lienzo que ilustra la portada, realizado por Hyacinthe Rigaud-, despojadas de las altas botas, por encima de la rodilla, que se llevaban en los tiempos de su padre, y que él reservó para montar a caballo y cazar. Y relata jugosas anécdotas del zapatero real Nicolas Lestage, creador del espectacular par que Luis XIV lució en su boda -del que parece que estuvo más pendiente que de la novia-.
La primera mitad del siglo XVII, por cierto, fue pródiga en diseños que han llegado hasta nuestros días, caso de los mules o zapatos sin talón, o del tacón curvado Luis o Luis francés.